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El elemento que inicia el mundo de la música siempre ha sido el autor: está más que claro que sin él no hay nada. Es él quien da el primer paso para que esta industria comience a girar y a generar ingresos para todos sus involucrados.

Entendamos al autor como el centro del universo del Music Business (MB), que con su creatividad logra crear obras que se quedan en la vida de muchas personas a lo largo del tiempo. Por muy bohemias que se lean estas palabras, no podemos negar que son reales.

¿Sabes quién escribió tus canciones favoritas? Generalmente la respuesta a esa pregunta es un rotundo “no”, sólo sabemos quién las interpreta, a no ser que se trate de un autor muy famoso o un cantautor del mismo nivel. Como ejemplo de esto en México tenemos a Agustín LaraJuan GabrielJosé Alfredo Jiménez y Armando Manzanero. Pero la importancia que como público y como profesionales de la industria le hemos quitado a los autores en general, ha sido muy grande.

En el caso de los autores de oficio (aquellos que escriben canciones para varios artistas) tenemos el dilema del huevo y la gallina: por un lado, se dice que las canciones no tendrían la relevancia de la que gozan sin su intérprete, por el otro, que el intérprete no sería nada sin sus canciones. El debate sigue vigente y, aunque para muchos de nosotros es claro que ambos necesitan del otro, el ego de un grupo de personas sigue contribuyendo a mantener más en el fondo a los creadores.

“Honor a quien honor merece” dice una frase popular, la cual ha sido aplicada de manera cotidiana en distintos rubros desde su creación. Es hora de regresarle el protagonismo a ese que contribuye, de forma directa, a narrar los momentos de nuestra vida, a darle un sentido nuevo a lo que nos acontece día a día, y que, en aproximadamente tres minutos, nos conecta con su visión del mundo.

Imágen: Pixabay

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